La sala estaba fría, tal y como era costumbre en aquellos lugares, así como el silencio sepulcral.
Un crujido rompe con la monotonía de la ausencia de sonidos en el lugar, proviene del lado derecho. Un hombre de mediana edad —aunque presenta las marcas características de los mayores de 80 años, con eso de que a partir de los 115 años la probabilidad de morir o vivir es del cincuenta por ciento, se han encargado de lograr que la mayor parte de la población llegue hasta esa edad, ya lo que venga después es lanzar una moneda al aire— entra por una pequeña abertura de cristal que se ubica en la zona central de la pared.
No posee vestimentas muy llamativas, al contrario, parecieran ser completamente neutras. Una bata le llega hasta las rodillas, impidiendo que se puedan visualizar sus ropas más arriba de este lugar. Trae zapatos bien pulidos, pero no tanto como para generar un reflejo con la luz presente en el lugar.
—Aquí los tiene, justo como los ha pedido —argumenta el hombre con un tono igual de neutro que el color de su vestimenta principal.
—Gracias. Viene también la interpretación ¿cierto? —le contesta de forma serena una voz grave proveniente del centro del podio que se encuentra frente a los presentes.
—Es correcto, ahí viene todo lo necesario para que pueda proseguir —afirma el hombre mientras se da vuelta y regresa, igual de tranquilo que cuando entró, al lugar que se encuentra más allá de la pared y el cristal.
Si antes el silencio era notable, ahora se hacía insoportable. Este era el momento crucial.
A partir de algunos descubrimientos que se hicieron hace algunos años, encontraron que algunos de los crímenes estaban siendo mal juzgados. Es por ello que se optó casi inmediatamente por cambiar lo que se tenía , y aplicar el método que hasta la actualidad rige.
El hombre del centro de la sala se levanta, acto seguido los presentes lo imitan, provocando que los asientos del reciento se queden sin masa a la cual cargar. Tiene en sus manos la información que provoca una puntada de tensión en todo aquel que los voltea a ver.
El acusado no es capaz siquiera de levantar la mirada, simplemente está quieto en su lugar. No presenta gran edad, quizás apenas está entrando en la cuarta década de su vida, apenas podría empezar a aportar algo a la sociedad; pero en su lugar ha hecho todo lo contrario.
—Llamo a los aquí presentes a que escuchen los antecedentes que se tienen del individuo aquí identificado como acusado y que responde al nombre de Furnec Rotyn —es la voz del juez central la que inquiere la petición.
El relato que está próximo a comenzar trata sobre lo que ha hecho a lo largo de su vida el acusado, desde su infancia, su comportamiento en los CEMT o Centros de Enseñanza Mediante el uso de la Tecnología que han venido reemplazando a lo que antes eran los colegios.
Una vez acabada la parte objetiva de la descripción de los antecedentes del acusado, sobreviene la subjetiva en donde le preguntan a sus familiares más cercanos —de forma primordial aquellos que presentan una herencia directa como lo son los abuelos, los padres y los hermanos— sobre el comportamiento que, desde que lo conocen, han notado en el acusado. Es esta la parte crucial en los nuevos juicios, pudiendo llegar a tener más peso que los mismos comportamientos objetivos y, en casos extremos, las mismas evidencias.
—De acuerdo, una vez culminado todo lo dicho por los familiares del acusado es posible proseguir con la apertura de los resultados —una vez más es el juez central el que se lleva la atención de todos al tomar asiento y disponerse a desbloquear el dispositivo que le fue entregado, completamente encriptado con una clave única generada exclusivamente para cada caso.
La espera se vuelve eterna, mientras los ojos del juez bailan por entre todas las palabras que están escritas en el informe de resultados los de Furnec se encuentran perdidos, completamente desorbitados. Su mirada se ve postrada en la estructura final de la sala, sin embargo no se encuentra observando nada de forma concreta, simplemente mira en todas direcciones porque le resulta imposible mantener la mirada fija en un punto debido al nerviosismo.
—Como dicta la Ley, los resultados aquí mostrados serán considerados como completamente verídicos e inapelables, por lo que el dictamen obtenido por motivo de los mismos será igualmente irreversible. Aquella que sea la decisión entrará en vigor a partir de que culmine la frase en donde se dictamine el resultado de este caso, a partir de ese momento se considerará cerrado —permite que ingrese algo de oxígeno a sus pulmones para comenzar a expresar el dictamen—. A partir de los resultados aquí mostrado —señala con su dedo índice el artefacto que le fue entregado— estoy capacitado a absolver al aquí presente Furnec Rotyn por los cargos que le fueron condenados. El motivo de esta decisión radica en que han sido encontrados en su prueba de DNA los genes de la violencia motivo que impide ser penado por las acciones por las cuales fue arremetido —el barullo, algunos llantos, gritos de furia y golpes en los asientos se hacen presentes en la sala—. Por otro lado, queda únicamente pendiente realizar los análisis a los demás familiares del joven Rotyn para poder determinar si presentan también la presencia del gen. ¡Este caso queda cerrado!
Inmediatamente después de que el juez culminara la frase el alboroto se hizo incontenible, la gente ya no únicamente lanzaba algunos gritos dispersos, ahora lo hacían de manera coordinada, siendo la mayor parte amenazas al ex-acusado, así como al juez, indicándole que sería asesinado por tal injusticia.
—¡Cómo puede ser posible que lo dejen libre! ¡Es un asesino!
—Maldito sistema, no sirve para nada, siempre los dejan libres. ¡Puras injusticias!
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Al día siguiente el título predominante describía todo a la perfección: «Asesino de su propio hijo queda libre debido a su genética»
Créditos imagen de portada: JOSHUA COLEMAN on Unsplash